Durante años, el dolor de la ausencia de un hijo. Decenas de análisis, visitas, respuestas, días de espera y esperanzas no cumplidas, llenos de preguntas sin contestación. El único camino para nosotros era la donación de óvulos. Y por ello empezamos a buscar en internet una clínica que pudiese ayudarnos. Contactamos con decenas de centros y, de entre ellos, sólo uno respondió inmediatamente con un simple «Gracias por contactar con nosotros.» Para los que llevan años buscando una respuesta a su dolor, incluso este mensaje puede darles el valor necesario para seguir adelante. En muy poco tiempo, el Instituto Marquès, a través de varios colaboradores, fue capaz de hacerse cargo de nosotros tanto desde el punto de vista médico como del humano. Y así empezamos de nuevo a hacer pruebas y a confiar en su consejo. Nuestro trabajo no nos permite viajar, pero pudimos hacerlo todo a través de internet y los controles en Milán, aunque también hubiese podido hacerlos con mi ginecólogo. De ese modo, respetando nuestras necesidades laborales y el tiempo disponible, nos fuimos a Barcelona. No recuerdo esta experiencia como un momento de dolor, como ocurrió en otros casos, sino como un momento agradable, gracias a los que nos acogieron cuando llegamos. Después de diez días, la tan esperada respuesta. Nueve meses de espera y, finalmente, tenemos a nuestro ángel durmiendo en nuestros brazos. Gracias a todos y en especial a la Dra. Andrade, Daniel, Agnese, y a todos los que nos han ayudado a ser padres.