Algunos hombres asumen erróneamente que los problemas de erección son una consecuencia inevitable del envejecimiento. Si bien es cierto que hay mayor prevalencia de Disfunción Eréctil en los hombres mayores, esto se debe a que los hombres de mayor edad probablemente tienen enfermedades comúnmente asociadas con la Disfunción Eréctil, como hipertensión arterial, enfermedad cardiaca o diabetes. Además, los hombres mayores utilizan más medicamentos que pueden afectar a la función eréctil. A medida que los hombres envejecen pueden esperar algunos cambios en su vida sexual. Puede llevar un poco más de tiempo lograr una erección, o se puede requerir una estimulación física más directa. Éstos se consideran cambios normales. Pero la Disfunción Eréctil no es el resultado inevitable del envejecimiento. La sexualidad no tiene límite de edad.
Aunque están directamente relacionadas, no son equivalentes. La Disfunción Eréctil puede llevar a una pérdida de interés sexual y la pérdida de interés sexual puede ser una causa psicógena de Disfunción Eréctil.
Las experiencias sexuales traumáticas pueden originar reacciones de dolor, miedo o ansiedad ante la actividad sexual. En muchos casos la historia de abusos por parte de adultos o de castigos por la masturbación origina como secuela la aparición de Disfunción Eréctil.
No. Además no implica ningún tipo de problemática física o mental, y puede ser muy útil empleada como terapia en ciertas disfunciones sexuales. Tan sólo si estos hábitos crean un fuerte sentimiento de culpa o vergüenza, pueden interferir posteriormente las relaciones sexuales. En algunos casos excepcionales de masturbación compulsiva, puede ser un síntoma de trastorno mental.
No. Son dos patologías diferentes que afectan a distintas fases de la respuesta sexual. La Disfunción Eréctil es un trastorno de la fase de excitación sexual, mientras que la EP es un trastorno de la fase orgásmica. Sin embargo, la eyaculación precoz puede ser un desencadenante de la Disfunción Eréctil y en algunos casos el paciente se encuentra afectado por las dos disfunciones al mismo tiempo.
No. La funcionalidad del pene es independiente del tamaño de éste. Además, en lo que respecta a la ‘normalidad’ del tamaño, la amplia variación existente hace que en la inmensa mayoría de los casos el tamaño se considere fisiológicamente normal.
No. Se denomina fimosis a la abertura del prepucio (piel que recubre el glande) demasiado estrecha para permitir la salida del glande. En estos casos se aconseja la circuncisión para evitar infecciones y posibles problemas en las relaciones sexuales.
No existen pruebas de que la circuncisión repercuta en la función sexual.
No. La vasectomía es una intervención quirúrgica menor que consiste en la sección de los conductos deferentes. No afecta de ningún modo al mecanismo de la erección, y tampoco tiene por qué afectar a la relación personal ni al comportamiento sexual, que incluso puede mejorar al desaparecer el temor al embarazo no deseado.
No. La respuesta sexual de los homosexuales y la de los heterosexuales no presenta diferencias fisiológicas. Lo que ocurre es que muchas veces se requieren erecciones de mayor rigidez. Si entendemos la Disfunción Eréctil como la dificultad o imposibilidad para efectuar la penetración, debemos tener en cuenta el grado de resistencia que se ofrece a ésta.
Es una creencia bastante extendida que existe un trasfondo de homosexualidad en la Disfunción Eréctil. Esta idea es totalmente falsa. Un varón con Disfunción Eréctil puede y de hecho suele seguir manteniendo un deseo sexual normal y su problema no tiene que estar en relación con deseos homosexuales. Algunos varones homosexuales que no han aceptado sus tendencias pueden tener problemas en sus relaciones heterosexuales, al experimentar un rechazo hacia las mismas; pero esto no es lo habitual.
No. No existe ninguna base fisiológica que nos permita afirmar esta que un exceso de sexo puede conducir a una Disfunción Eréctil. Sí pueden existir trastornos psicológicos o psiquiátricos que condicionen la aparición de una conducta sexual anómala y posteriormente Disfunción Eréctil.
Sí. Entre el 30 y el 50% de los enfermos diabéticos mal controlados están afectados por problemas en la erección. El factor más importante, junto con la duración de la enfermedad, es la falta de un adecuado control, ya que en estos casos aparecen alteraciones en los vasos sanguíneos y en los nervios, que son los principales elementos directores del mecanismo de la erección.
Esta sensación es frecuente en las parejas de los hombres que padecen Disfunción Eréctil cuando no existe una información adecuada sobre el problema y puede complicar aún más la relación de la pareja. La Disfunción Eréctil está en relación con trastornos orgánicos o psicológicos, pero no necesariamente con pérdida de interés hacia la pareja. Algunos hombres, avergonzados por los repetidos fracasos en la erección, pueden eludir o evitar la relación sexual.