Y el día de Navidad, después de cinco largos años, por primera vez hay un corazón que late dentro de mí.
Nuestra historia ha sido larga y particular; empezamos a buscar un hijo a los 28 años y , después de un año sin resultados, iniciamos todas las pruebas, muchas pruebas, para llegar a un diagnóstico de infertilidad masculina.
Así que, sin pensarlo mucho, entendemos que la ciencia es nuestro único camino.
Hacemos ocho intentos entre IUI e ICSI, todos negativos. Mientras tanto seguimos haciendo y repitiendo las pruebas para tratar un problema femenino, que tampoco sale a la luz. Después de tres años de intentos negativos y dolorosos con nuestros propios gametos, finalmente nos decidimos a cambiar el rumbo. Tras meses de dudas e incertidumbre, nos damos cuenta de que el ADN no es importante para nosotros, queremos formar una familia y aceptamos la idea de conseguirlo a través de la donación de otras personas.
Hacemos tres intentos de donación de embriones en Grecia y todos son negativos.
Estamos destruidos, yo sigo haciendo pruebas que no confirman ninguna causa femenina, pero cada vez estoy más convencida de que mi útero es hostil y no soy capaz de quedarme embarazada.
Nos tomamos una larga pausa, hasta que un día asisto a una reunión en Milán de la asociación STRADA PER UN SOGNO ONLUS a la que pertenezco, y que en todos estos años me ha apoyado y ayudado. Allí conozco al Dr. Suñol del Instituto Marquès.
Me gusta mucho, me parece un doctor muy preparado y sobre todo, humano. Sé que el centro está a la vanguardia tanto en lo que respecta al personal médico como al laboratorio de Embriología.
Así que decido probarlo, me pongo en contacto con ellos y el Dr. Suñol se preocupa mucho por mi caso y lo analiza en detalle. Responde a todas mis dudas y preocupaciones, me trata como a una persona y no como a un número, y esto ha sido crucial para mí.
Mientras tanto cambio de ginecólogo y me encuentro con “mi ángel”, la Dra. Simona Vailati. Juntas analizamos toda mi historia, y decidimos probar un plan de tratamiento con ciclo espontáneo, que no he probado nunca antes.
La Dra. Vailati me seguirá paso a paso, con la máxima profesionalidad y con mucha dulzura y empatía. Entiendo que le importo, que esta vez es diferente y que he encontrado al médico adecuado.
Y en un día ventoso de noviembre estoy en Barcelona, donde me dan la bienvenida unos asistentes sonrientes y una doctora muy guapa me transfiere tres 3 hermosos embriones, que incluso veo en la pantalla.
Me despiden invitándome a dar un paseo y, de hecho, ¡voy a comerme una buena paella y a dar un agradable paseo!
Por primera vez, doce días después abro mi informe y leo 403… una cifra que quedará grabada para siempre en mi corazón.
Unas semanas más tarde vemos un parpadeo en la ecografía: hay un corazón que late y ¡nunca pensé que podría pasarme a mí!
Obviamente, la esperanza ahora es que todo vaya bien, pero, por el momento, después de tantísimo sufrimiento vemos un poco de luz. Ahora sé que mi cuerpo funciona, ¡sólo hacía falta encontrar el ajuste adecuado!
Y para mí el ajuste adecuado ha sido encontrar un gran centro como Instituto Marquès, con su personal, tan atento con los pacientes, y con un laboratorio de gran calidad y con una tecnología avanzada, así como haber encontrado a “mi ángel”, la Dra. Vailati, que me ha seguido en Italia y ha encontrado el camino justo para que mi útero fuese receptivo.
Nunca podré dar las suficientes gracias a estas personas que me han ayudado a cambiar mi vida para mejor.
Así que para todas las parejas que, como nosotros, han pasado por varios intentos y han perdido la esperanza, a veces, sólo hace falta dar la vuelta a la esquina para encontrar a las personas adecuadas que nos puedan ayudar de verdad. De hecho, se dice que la reproducción asistida es cuestión de suerte, pero ¡también hay que ayudar a la suerte!