Los efectos del calor en la calidad del semen.
(27-8-2015)

Este verano hemos sufrido más de una ola de calor, y en estas circunstancias puede ser que nos preguntemos si las altas temperaturas pueden afectar a la calidad del semen y a su capacidad reproductiva.

Efectivamente el calor puede afectar, pero con matices, según explica el Dr. Ferran García, jefe del Servicio de Andrología de nuestro centro.

Varios estudios han demostrado que determinadas profesiones que comportan trabajar a una temperatura elevada pueden provocar que disminuya la producción de espermatozoides y, en consecuencia, la fertilidad.

¿Pero qué sucede cuando se produce un aumento de temperatura en un corto plazo de tiempo?

Un estudio publicado el mes pasado en el Asian Journal of Andrology da respuesta a esta pregunta. La investigación se llevó a cabo con 20 voluntarios chinos entre 22 y 45 años de edad, que se sometieron a calentamiento testicular mediante un baño de agua a 43 ° C, durante 10 sesiones de 30 minutos.

Como resultado se observó una disminución del número total de espermatozoides, de la concentración y de su movilidad. También se detectó un incremento del porcentaje de espermatozoides con fragmentación del ADN como consecuencia del calor.

Los valores mínimos se alcanzaron a las 6 semanas de tratamiento. Sin embargo, los análisis de semen realizados a las 16 semanas demostraron la reversibilidad del proceso, ya que los participantes en el estudio mostraron valores similares a los que presentaban al inicio del tratamiento.

En resumen: ¿podría una ola de calor como la que hemos padecido producir un deterioro del semen? La respuesta es que sí, pero “siempre y cuando estuviéramos expuestos de manera muy continuada a este calor intenso”, afirma el Dr. Ferran García.

Esto normalmente no es así, porque ya nos encargamos de buscar diferentes recursos para refrescarnos (como el aire acondicionado, el uso de ropa ligera o un baño en la piscina). Pero también porque el organismo tiene su propio sistema de autorregulación.

Además las consecuencias serían reversibles, y por tanto no hay motivo para alarmarse a pesar de la ola de calor que hemos pasado este verano.