Antes de quedarse embarazada es aconsejable haber realizado una revisión ginecológica reciente y empezar un tratamiento con ácido fólico que se debe continuar durante los primeros meses de embarazo para prevenir las anomalías en el desarrollo del tubo neural, como por ejemplo la espina bífida.
Lo ideal es realizar una primera visita antes de la segunda falta para confirmar el embarazo, ver que todo evoluciona favorablemente y hacer una estimación aproximada de la fecha del parto.
Durante el embarazo es importante mantener un buen control médico para prevenir posibles complicaciones y comprobar que todo evoluciona correctamente.
Inicialmente las visitas al ginecólogo son mensuales; a partir de la octava falta quincenales y durante el último mes y hasta el momento del parto, semanales.
Si se trata de un embarazo gemelar o de alto riesgo, su ginecólogo determinará la frecuencia de las visitas. En estos casos se realizarán todos los controles necesarios para llevar a buen término la gestación.
Algunas exploraciones o visitas a lo largo de su embarazo serán realizadas por otros especialistas distintos a su ginecólogo. Mediante el trabajo en equipo y el abordaje multidisciplinar le ofrecemos una mayor calidad en la asistencia que usted recibe.
En la primera visita le realizaremos un interrogatorio completo sobre sus antecedentes médicos, personales y familiares y un examen clínico obstétrico y general, valorando talla, peso y tensión arterial.
En esta visita se valora si su gestación es de alto riesgo.
En las visitas sucesivas además se valorará la evolución del embarazo.
Es aconsejable que a lo largo de todas ellas usted comente sus dudas y diferentes síntomas que le preocupen. Para su comodidad puede anotarlos en el espacio reservado en las últimas páginas de esta guía.
Posteriormente le solicitarán los análisis necesarios y ecografías y hacia el final del embarazo, registros cardiotocográficos para valorar el bienestar fetal.
En las últimas semanas se realiza un tacto vaginal para valorar el canal del parto y hacer un pronóstico del mismo; es posible que tras el mismo, alguna vez, usted tenga una pequeña pérdida de sangre escasa.
Durante el embarazo se le realizarán una serie de analíticas de rutina.
En el primer trimestre se solicita un análisis general de sangre y orina así como pruebas específicas para valorar posibles infecciones que puedan alterar el desarrollo embrionario o del futuro bebé como la toxoplasmosis, la rubeola, el HIV, pruebas de la hepatitis…
En el primer trimestre también se realiza el EBA screening para descartar el síndrome de Down.
Si no se ha practicado el EBA screening en el primer trimestre, en el segundo trimestre se puede realizar el triple screening orientado a descartar el síndrome de Down y los defectos del tubo neural.
En el segundo trimestre se realiza el Test de O’Sullivan para descartar diabetes gestacional. Es un análisis que no requiere estar en ayunas en el cual -tras la ingesta de 50 gr. de glucosa y permanecer una hora en reposo en el laboratorio- se practica una extracción sanguínea para valorar la capacidad de eliminar el azúcar. En caso que el test salga patológico el ginecólogo le solicitará otras pruebas como una curva de glucemia y le dará instrucciones sobre su dieta. También es posible que le realicen una nueva analítica general de sangre y/u orina.
En el tercer trimestre se repite el análisis general y se hacen pruebas de coagula-ción de cara al parto.
En las últimas visitas le realizarán también análisis microbiológicos de secreciones vaginales y rectales para descartar la presencia del streptococco beta-hemolítico. Este es un germen habitual en vagina en un 20-30% de las mujeres. En caso de que el test salga positivo, será necesario administrar antibióticos durante el parto para evitar la transmisión de este germen al recién nacido.
Según sus antecedentes y la evolución del embarazo su médico podrá solicitarle otras exploraciones.
El grupo sanguíneo y RH
En la primera visita se realiza la determinación del grupo y Rh. Si la gestante es Rh negativa se realizará el test de Coombs indirecto en cada trimestre y también profilaxis administrando Gammaglobulina Anti D en los siguientes casos:
Procesos invasivos de diagnóstico prenatal (biopsia de corion, amniocentesis)
En la semana 29 de gestación.
En las primeras 72 horas del postparto si el neonato es RH positivo.
Actualmente ya es posible conocer el sexo del feto a través de un sencillo análisis de sangre que se realiza a partir de la octava semana de gestación (segunda falta). Si lo desea, puede solicitar esta prueba, cuyos resultados se obtienen en 4 días. Este análisis presenta un porcentaje de acierto de casi el 100 % cuando se realiza en torno a la octava semana de gestación.
En Institut Marquès todas las ecografías se realizan con ecógrafos de alta definición. El número de ecografías, así como el momento de realizarlas, depende de cada caso pero habitualmente seguimos esta pauta:
La primera ecografía nos permite valorar la viabilidad de la gestación y datarla. Generalmente se realiza en la primera visita, alrededor de la segunda falta. Nos permite visualizar el embrión y el latido cardíaco. Diagnosticamos las gestaciones gemelares y el tiempo de embarazo con mucha exactitud, algo importante en casos de ciclos irregulares o última regla incierta.
La segunda ecografía se realiza a las 11-12 semanas de gestación y permite valorar ya parte de la anatomía fetal. Es básica para medir el pliegue o translucencía nucal, marcador ecográfico de Síndrome de Down. (En caso de que este marcador esté aumentado, el feto tiene un riesgo superior al habitual de padecer el Síndrome de Down y se requiere practicar otras técnicas como la biopsia de corion o la amniocentesis para tener el diagnóstico definitivo).
La tercera ecografía a las 20 semanas es la morfológica y clásica de alta definición. En ella se realiza un repaso sistemático de toda la anatomía fetal de la cabeza a los pies que permite detectar las malformaciones estructurales. En nuestro centro la detección de malformaciones mayores es superior al 80%.
Es importante tener en cuenta que las técnicas por imagen permiten visualizar estructuras y no examinar su función. Por ejemplo se puede diagnosticar una anencefalia (ausencia de cráneo) pero no una sordera congénita.
Las malformaciones más frecuentes son las cardíacas y las renales. Otras, como la espina bífida, se pueden diagnosticar por ecografía, de forma que ya no es necesario realizar otras pruebas.
En ocasiones las ecografías rutinarias pueden complementarse con otras más especializadas, como ecocardiografía (para completar el estudio estructural del corazón) o el Doppler color (para valorar el flujo sanguíneo feto-placentario).
Al final de la gestación realizaremos entre dos y tres ecografías generalmente a las 28 y 35 semanas para el seguimiento del crecimiento fetal.
En la última ecografía podemos hacer una estimación del peso en el momento del parto. Es importante el despistaje de los niños macrosómicos (más de 4.200 gr. en el parto) y los niños con retraso de crecimiento, habitualmente por alteración en el funcionamiento placentario.